domingo, 6 de octubre de 2019

¿DEBERIAN LOS CRISTIANOS CELEBRAR YOM KIPPUR?

La Historia, Poder, y Conexión con nuestro Mesías.
¿Deberíamos celebrar Yom Kippur, el Día de la Expiación, como creyentes en Cristo? ¿No es este un día festivo Judío? ¿Por qué es considerado este día como el día más santo del año en la Biblia? Este articulo discutirá las poderosas conexiones y las razones significativas de porque cada creyente en Yeshua no solamente debería de entender este fiesta sino que debería estimarlo con la más grande reverencia.
Desde el comienzo de los tiempos, siempre ha sido la intención de Dios el tener una conexión y una relación íntima y profunda con Su pueblo. Pero desde el nacimiento del pecado, una pared de separación fue construida entre el hombre y su Creador, una separación que entristeció el corazón de Dios. Serian 4000 años hasta que Su Hijo pudiera permanentemente remover esa pared, pero algo tenía que hacerse mientras tanto para restablecer una relación comunal. Ese “algo” era el sistema de la fiesta del sacrificio que le permitía al inocente animal tomar el lugar de un hombre culpable, pagando el precio que el hombre tenía que pagar de manera que pudiera estar a cuentas con su Hacedor.

El día más significativo de esos sacrificios era Yom Kippur—el Día de la Expiación--. Era el día más solemne y más santo en el calendario profético de Dios. Era el día que Israel descubriría si era perdonado de todos sus pecados o no. Este era el día que la nación entera dependería de las acciones de un solo hombre, el Kohen Hagadol, el Sumo Sacerdote de Israel.
En los días del Templo, el Kohen Hagadol comenzaría las preparaciones para este día santo después de Rosh Hashanah que era en Tisrei 1, nueve días antes. Tishrei 1 es el día de sonar las trompetas y el día en que los reyes de Israel eran coronados. Era el comienzo del año civil y debido a que el Mesías seria el nuevo futuro Rey coronado en este día, simbólicamente también llegó a ser el comienzo del Juicio de Dios. Un nuevo rey significaba el establecimiento de un nuevo orden. Cualquiera que no se sometiera a Su nuevo orden de la ley seria destruido y el último día para rendir homenaje a este Rey era Yom Kippur. Este era el día del juicio final: “Día del Juicio”
Siete días antes de este día el Kohen Hagadol se consagraría a sí mismo, leería en voz alta las Escrituras y pasaría su tiempo arrepintiéndose de sus pecados y reconociendo su necesidad de perdón y arrepentimiento. No se atrevería a enfocarse en los pecados de Israel; porque él estaba comandado a ponerse a cuentas ante Dios primero antes de representar al pueblo ante su Hacedor.
El atardecer antes de Yom Kippur, el Sumo Sacerdote leería las instrucciones y procedimientos que seguirían el siguiente día. La gravedad de este día sin duda seria forzado sobre él porque el recordaba que el futuro entero de Israel para el próximo año dependía de lo que el hiciera exactamente como había sido mandado. Al atardecer, él se purificaba y con la ayuda de sus asistentes levitas, el comenzaría el proceso de ponerse las vestiduras doradas que eran el símbolo distintivo de su oficio. El sumo sacerdote en toda su gloria parecería como un rey. Los levitas cantaban canciones de alabanza cuando los sacrificios de la mañana eran ofrecidos en el fondo. El día había comenzado.
Luego después de que los sacrificios eran ofrecidos en el campamento, el Sumo Sacerdote se despojaría de su atuendo real y se purificaría en una bata de lino blanco. Este simple adorno simbolizaría que ningún atuendo real, ni joyas ni oro de ningún tipo de belleza se compararía o estaría frente a Dios. La simplicidad del momento sería una figura profunda y profética señal de la venida del Sumo Sacerdote, Jesús/Yeshua nuestro Mesías, el cual fue vestido en humildad y con los brazos abiertos en humilde desnudez estuvo frente a Yahweh, el Dios de Israel.
Cuando el Sumo Sacerdote oraba y pedía perdón por él y su casa, el pronunciaba el inefable nombre de Dios, Yahweh, por primera vez desde el ultimo Yom Kippur. Cuando el pueblo escuchaba el nombre ser pronunciado, se postraban y declaraban, “Bendito sea Su glorioso Nombre, Su reino es para siempre!” La reconexión con su Elohim había comenzado.
Cuando los sacrificios tradicionales estaban listos y el Kohen Hagadol se había preparado completamente para ser un mediador entre el pueblo y Yahweh, él iba a la puerta del oriente del Templo donde las dos cabras estaban y sorteaban para ver cuál sería la cabra para Dios y cual sería para Azazel. Una vez que el chivo expiatorio era escogido, un manto escarlata, representando las manchas del pecado, era atado a su cabeza y el Sumo Sacerdote pondría sus manos sobre la cabeza del animal para confesar todos los pecados de Israel. Él estaba transfiriendo los pecados del pueblo a la cabra para Azazel. Azazel era un símbolo de la serpiente en el Jardín, el Ángel Caído que había engañado a la humanidad y que había causado que pecara la creación de Dios. Debido a esta decepción, el Creador lo culpaba por los pecados de la humanidad. De manera que cuando el Sacerdote estaba transfiriendo los pecados a la cabra de Azazel, en un sentido real él estaba transfiriendo los pecados de Israel a Satanás mismo. Una vez que la transferencia estaba completa, ellos llevarían a la cabra al desierto y lo empujarían en un precipicio, desparramando sus huesos entre las rocas. Algún día, el adversario de Yahweh será destruido, de una vez por todas, para que nunca engañe a las naciones otra vez!
El Sumo Sacerdote entraría detrás del velo a la presencia del Santo y Todopoderoso de Israel con una ofrenda de incienso y con la sangre de un toro, una ofrenda por el pecado de el mismo. El rociaría la sangre en el Propiciatorio siete veces y luego saldría del Templo. Después que el terminaba de hacer la restitución de sus propios pecados, él estaba calificado para administrar la ofrenda de Israel.  Una vez que los pecados de Israel eran transferidos al representante de Satanás mismo, los que eran los receptores de esa decepción—Israel—tenían que hacer restitución en el otoño. Este pago era la cabra para Dios. El sacerdote tomaba la sangre de la cabra de Adonai, la cual era la ofrenda para Yahweh por los pecados de Israel, y entraba de regreso al Lugar Santísimo para rociar la sangre como lo había hecho antes.
Todo este rociamiento no solo cubriría el Propiciatorio en sangre, sino que también cubriría su túnica nueva y blanca con sangre, convirtiéndola en un tono rosado. Rosado es la combinación de blanco puro con rojo sangre. Representaba nuevo nacimiento, una nueva creación, y el comienzo de una nueva autoridad. (Como una nota extra, en la antigüedad, el color rosado era para los varones y el color para las niñas era azul)
Mientras el Kohen Hagadol estaba en el Lugar Santísimo, el oraba una oración por el pueblo de Israel, pidiéndole al Santo perdón y que cubriera las transgresiones de Su pueblo. Y una vez más, cuando los sacerdotes oían el glorioso nombre de su Creador, ellos respondían postrándose a sí mismos en el suelo y clamando, “Bendito su Glorioso Nombre, y Su reino es para siempre!”.
En ese momento, el Sumo Sacerdote se paraba entre el pueblo pecador y Dios mismo. Había un silencio mientras era hecha la decisión. Si el arrepentimiento del Sumo Sacerdote no era adecuado o su sacrificio incompleto, el Espíritu de Dios lo consumaría a muerte y no habría expiación para los hijos de Israel. Si su mediador sobrevivía y completaba su deber, el saldría libremente del lugar del Todopoderoso, con su cara resplandeciente como el rostro de Moisés cuando estaba en la presencia del Rey de Israel. Seria en este punto que uno de los sacerdotes que atendía la cabra de Azazel reportaría que el manto carmesí amarrado a la nuca del animal se había vuelto blanco, un símbolo de que sus pecados habían sido emblanquecidos como la nieve. La gente se regocijaría en alabanza y acción de gracias a su Rey por una vez más cubrir sus pecados y los acercaría por un año más. Habían sido perdonados.
Nota: Es importante señalar que la sangre de los toros y las cabras, u otro animal, nunca trajo perdón. Los animales no pueden perdonar, ni tampoco traen perdón. Era YHWH que perdonaba y no era por la sangre de los animales sino por la obediencia que estaba mezclada con fe. Siempre ha sido por gracia a través de la fe y no por obras para que ninguno se gloríe, como dice el Apóstol Pablo. Sino que es a través de la obediencia que demostramos nuestra fe porque la fe sin obras está muerta, como dice Santiago.
¿Resultado final? Perdón es un asunto del corazón que es probado por un arrepentimiento real, y luego acompañado de obras que Él nos ha dicho que debemos de hacer. La muerte de un animal inocente era Su manera de hacerles ver a ellos la gravedad de su pecado. Si usted tenía que matar a uno de sus animales debido a su pecado, ese momento esta supuesto a impactarlo a usted grandemente. Algo tenía que morir debido al pecado. El sistema entero era para enfatizar la gravedad de nuestro pecado y resaltar las graves consecuencias.
LA CONEXIÓN 
De la misma manera que el manto carmesí se volvía blanco, para todos esos que le han permitido a la sangre del Hijo de Dios cubrir sus vestiduras, nuestros pecados se han emblanquecido también. Hemos pasado de muerte a vida. Yeshua no solamente se convirtió en el Sumo Sacerdote en el orden de Melquisedec, Él también se convirtió en el Azazel que tomó todos los pecados de Israel; y Él también se volvió la ofrenda de restitución, la cabra IaAdonai para Yahweh. Yeshua tomó cada parte simbólica de este solemne día y lo cumplió a la perfección. Él era digno de ser el Mediador porque no tenía pecado; El dio su vida como la cabra IaAdonai que pagó por los pecados de Israel, y El tomó todos los pecados de Israel sobre sí mismo. No sería el tiempo de transferir los pecados de la humanidad sobre el maligno todavía. Ese día vendrá pronto en el último Yom Kippur al final de los tiempos.
Kippur es deletreado kaph, pey, resh. En el Hebreo pictográfico Paleo antiguo, el significado es impactante. Kaph era una figura de una mano ahuecada que se ponía sobre la cabeza de alguien que estaba siendo embestido de nueva autoridad. Era la letra de la unción porque todos los reyes y sacerdotes eran ungidos con la imposición de manos. Pey era la figura de una boca y significaba eso, y resh era la figura de una cabeza y significa lo mismo el día de hoy. Esta simple palabra, una de las palabras más santas en el lenguaje Hebreo, nos enseña que nuestras manos, nuestra boca y nuestra cabeza deben de ser resaltadas hoy. Cuando el Ángel de Jehová tomó el carbón encendido del altar y toco los labios de Isaías, él estaba listo para el servicio. Cuando la mano ungida de Yahweh toca su boca, El está limpiando el instrumento que hace la cabeza completa santa. “Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.” (Mateo 12:37) Y en una aplicación similar, cuando la mano ahuecada (Kaph) es colocada sobre la boca (Pey), lo guarda a uno de decir algo al calor del momento y que luego se puede arrepentir. Esto le permite a la cabeza (Resh) permanecer santa.
En el Hebreo moderno, la palabra Kippur viene de la raíz kaphar, que es deletreada con las mismas letras. Significa “cancelar, purgar, reconciliar, cubrir un rescate.” En el sentido secular, significa mayormente comprar algo o a alguien de la esclavitud con dinero o de alguna situación similar; y esto es lo que Yahweh hizo por nosotros. Él nos compró, nos redimió de la esclavitud, y cubrió nuestros pecados por precio de sangre de Su Hijo. Este rescate canceló nuestros pecados, purgó nuestros templos y nos hizo herederos legítimos en Su casa.
LA CONEXIÓN CON LA PASCUA 
Mientras que todas las fiestas están independientemente nombradas, todas están íntimamente conectadas. Desde la Pascua a Sukkot, ellas comparten ese hilo escarlata. Las tres fiestas de la primavera (Pascua, Panes sin levadura y Primeros Frutos) todas están agrupadas fuertemente porque todas ellas son una una sola fiesta pero con tres componentes identificables. Lo mismo pasa con las fiestas de las Trompetas, Expiación, y Tabernáculos. Shavuot está aparte porque es la parte central de la menorah simbólica, con sus propios significados, sosteniendo dos grupos de fiestas a cada lado y conectándolos a ambos en sí mismo; pero la Pascua y Yom Kippur están íntimamente conectados, porque ambas son fiestas representativas de cada grupo.
La Pascua es el pináculo de la remembranza de los Israelitas saliendo de Egipto. Culmina con la sangre del Cordero Pascual redimiendo al primogénito y asegurando otra generación de sacerdotes de familia en cada casa. Era una ofrenda memorial y una ofrenda comunitaria que era comida con Dios, --si lo pudiéramos llamar así—como recordatorio del primer Éxodo. Establecería el escenario de que algo tenía que morir para poder tener una relación con el Rey. Hoy ese “algo” somos nosotros. Estamos supuestos a morir a nosotros mismos para que podamos vivir en El.
En el antiguo Israel, la Pascua y Yom Kippur estaban desconectados, simbolizando dos acciones diferentes que alcanzaban dos cosas diferentes; uno que era una celebración memorial de salir de Egipto y la otra del perdón de los pecados cada año. Era solamente la sangre de Yeshua, el Cordero Pascual de Dios, que conectó a todo ello junto; porque fue la primera Pascua que fue realmente como Yom Kippur. No fue una ofrenda memorial sino un juicio por todos los pecados de Egipto. Fue un “Día del Juicio” para todos los que no escogieron –por fe sino por obras—tomar la sangre de un inocente animal como sustituto de sí mismo; sometiendo y reconociendo que Yahweh era el único Dios verdadero y al que se le debía lealtad.
Su fe demostrable los cubría (kippur) y los protegía del juicio de Dios. Eso es exactamente de lo que se trata Yom Kippur. Siendo la diferencia que en lugar de que el cabeza de casa ponga la sangre del cordero en los dinteles de las puertas de su casa para proteger a su primogénito, la verdadera Cabeza de Casa (Yahweh) pone la sangre de su Hijo en los dinteles de nuestros corazones, conectando a ambas la Pascua y el Yom Kippur juntos en uno. Increíblemente, el Cordero Pascual y la cabra del Yom Kippur eran ambas criadas en Belén, en la misma granja levítica, y comiendo de la misma comida donde Yeshua nació.
Entonces, ¿Deberíamos como creyentes en el Mesías celebrar este día santo? De todos los días del año, este día conmemora más de lo que Jesús/Yeshua hizo por nosotros más que ningún otro. Si Él se tomó el tiempo para tomar ese rol de Sumo Sacerdote y poner Su propia sangre en el altar del cielo en este día especial, entonces lo mínimo que podemos hacer para honrar ese acto es recordar y observar este día.  Cuando ayunamos y nos retraemos de nuestras actividades diarias, como dicen las Escrituras (Levítico 23), nos volvemos como los ángeles que no necesitan el alimento de este mundo, sino solamente alabar y honrar al Rey porque ellos reciben el pan del cielo. De todos los días del año, es este día que nos inclinamos ante nuestro Rey en humilde adoración y le agradecemos a Él por cubrirnos, cancelar y reconciliarnos de nuestro pecado. Es en este dia que es lo apropiado orar:
Padre nuestro, que estas en los cielos, santificado sea Tu nombre. Hágase Tu voluntad aquí en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en tentación, líbranos del mal, porque tuyo es el reino, el poder y la gloria por siempre. Amen.
Shalom,
Jim Staley

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