viernes, 7 de septiembre de 2018

Ser cristiano, es una manera de ser Judío.

Eso lo entendieron muy bien los nacionalsocialistas, es por ello que trazaron un política de descristianización y paganización de Europa, e impusieron nuevas enseñanzas como las runas y rituales nuevos, enfocados a crear una nueva sociedad, con una nueva fe alejada de las religiones semíticas judaismo cristianismo e islam. 
Es por ello que Alfred Rosenberg, estudiara a fondo las raíces judías del cristianismo, para tratar de combatirlas, creando lo que un cristianismo ario, lo que llamaron cristianismo positivo. 

El programa nacionalsocialista de una "religión conforme a la raza" tuvo como una de sus metas, despojar al cristianismo de todo rasgo judaico. Este "cristianismo" que debía ser purgado de sus elementos semíticos hebreos y se infundía con elementos indoeuropeos, se conoció con el término, creado por Alfred Rosenberg, de "cristianismo positivo" y que fue base del movimiento de los "Cristianos Alemanes" (Deutsche Christen, y también a veces
llamado posteriormente "cristianismo ario"). Dicha doctrina contenía elementos de una religión sui generis en competencia con las dos iglesias y en sus rasgos fundamentales no contenía elementos, propiamente, del cristianismo tradicional. Esta doctrina, pensada como una fe de transición, y semejante a la herejía gnóstica de Marción (85-160), rechazaba el Antiguo Testamento, negaba el origen hebreo de Jesús de Nazaret (considerándolo un ario), afirmaba que San Pablo, como judío, había falsificado el mensaje de Jesús, y enseñaba que "El pueblo alemán no es heredero del pecado original, sino noble por naturaleza"[1]. Todo ello seguía un plan a largo plazo de descristianizar Alemania y revertir gradualmente el proceso de la evangelización de siglos atrás, utilizando exactamente el mismo método que la Iglesia usó contra el paganismo mediante el sincretismo religioso, y de este modo hacer retornar al pueblo a sus tradiciones originales.

Los proponentes principales del "cristianismo positivo" (Rosenberg, Himmler, Goebbels y Bormann) eran bastantes conocidos por su rotundo rechazo al cristianismo. Rosenberg, junto con Robert Ley y Baldur von Schirach, respaldó el Movimiento de la Fe Germánica (Deutsche Glaubensbewegung), organización neopagana que rechazaba ampliamente las concepciones judeocristianas de Dios, y que fue formado bajo el Tercer Reich con la intención de reemplazar las instituciones cristianas tradicionales y reducir su influencia.

El 3 de diciembre de 1928, Joseph Goebbels había escrito: "El movimiento Nacionalsocialista defiende un cristianismo positivo sin atarse a una determinada confesión. En él tiene su puesto tanto el protestante como el católico y el cristiano-alemán[2]."


Sin embargo, Hitler dejó claro que no estaba interesado en un "cristianismo arianizado", idea que abandonó hacia 1940, o en el mito del "Jesús ario" promovido ya anteriormente por Houston Stewart Chamberlain, Lanz von Liebenfels, y algunos miembros del partido. Más bien, los festivales de la Iglesia, plagiados por el cristianismo a los paganos, en primer lugar, debían recuperar su significado original.
Rechazo al cristianismo y retorno a las raíces ancestrales

El Schwert-Schwur o Juramento de la Espada, proviene de la cultura germánica precristiana. Se trataba de una antigua ceremonia en honor a los Dioses en la que la hermandad de guerreros juraban su lealtad y fidelidad al pueblo y la comunidad. Todas las tribus germánicas observaron este juramento sagrado y se unieron en él. El gesto de la mano con dos dedos hacia arriba está relacionada con la "mano de bendición" del dios Sabazios o el frigio "Zeus" (siglo VI a.C.) y posiblemente también con un antiguo mudra védico. Más tarde fue copiado por la Iglesia católica.
Independientemente del debate y de la postura oficial del régimen, analizadas a profundidad ambas doctrinas, el nacionalsocialismo y el cristianismo resultan completamente antitéticos. Por ejemplo, la promulgación de una biopolítica, junto a medidas de eugenesia, de eutanasia y de aborto regularizado dentro del régimen (medidas que todos los pueblos europeos habían implementado en la antigüedad pagana), denotaba que la ética y jerarquía de valores de éste, se oponían sustancialmente a la ética y valores cristianos. Casi inmediatamente después de firmarse el concordato imperial, se disolvió la "Liga de la Juventud Católica" y se decretó una ley de esterilización que escandalizó a la comunidad cristiana.

Desfile del Tercer Reich con evidente rememoración del pasado pagano.
El Tercer Reich hizo uso tanto de simbología cristiana como pagana en sus desfiles y propaganda, pero la pagana siempre predominaba y sus desfiles y marchas tenían la intención de rememorar el pasado pagano. La esvástica que Hitler adoptó como símbolo de su movimiento, es propiamente un símbolo solar que tiene su origen en las creencias indoeuropeas precristianas, y el grito de "¡Sieg Heil!", es una aclamación a la Victoria que procede igualmente del pasado pagano, tal como en Roma lo era "¡Salve Victoria!".
Schutzstaffel


Celebración del solsticio de verano en 1937, patrocinada por la SS en el Estadio Olímpico de Berlín.
Si el NSDAP fue una organización política que se inmiscuía poco en los asuntos religiosos, principalmente por razones diplomáticas, la SS, en su calidad de Orden ideológica y destinada a ser la aristocracia de Occidente, emitió igualmente reivindicaciones en este terreno.

El retorno a un universo mental propiamente ario no podía dejar de lado lo que une al hombre con el principio superior absoluto, es decir la religión. La denuncia del carácter halógeno inherente al judeocristianismo, que había impregnado a las mentalidades europeas desde hacía siglos, alcanzó una virulencia tal vez superior a la referida al judaísmo. No se perdonaba al cristianismo, derivado de la filosofía judaica, haber vehiculado una ideología mundialista y haber sistemáticamente borrado, humillado y denigrado todo lo que pudiera recordar a la antigua cultura germánica (Ver por ejemplo: Roble de Thor).

Ejemplo de estas humillaciones contra la cultura germánica es el sermón del cardenal Michael von Faulhaber en 1933, el día de San Silvestre:

No se puede hablar de una cultura germánica en sí, precediendo a la época precristiana y fundándose en Tácito. Los germanos sólo llegaron a ser un pueblo con una civilización en el pleno sentido de la palabra gracias al cristianismo. La tarea más dura para los misioneros cristianos fue convencer a los germanos de que fundieran sus espadas en arados.
El cristianismo protector de los débiles y de los enfermos, predicando el pecado y la vergüenza del cuerpo, el desprecio por los animales y las mujeres, estigmatizando la alegría y el orgullo, denigrando las realidades raciales, era considerado por los nacionalsocialistas como una «enfermedad del alma».[3] En las esferas de la SS se enseñaba abiertamente a rechazar al cristianismo, y en su lugar se estudiaba el pasado pagano y se empleaban emblemas rúnicos que en siglos atrás fueron perseguidos y demonizados por la Iglesia.

En folletos educativos de la SS sobre Política Racial se leía:

El judío Pablo era sobre todo responsable de la idea, a pesar de su orgullo en su ascendencia judía pura... El Imperio Romano experimentó una considerable mezcla racial, que alentó a la rápida propagación de la nueva doctrina de la igualdad racial. Cualquier persona podía convertirse en cristiano, ya sea romano, griego, judío, negro, etc. Como cristianos, todos eran iguales, y lo importante era que pertenecían a la Iglesia y que aceptaban sus enseñanzas. Las únicas diferencias que contaban eran las que existen entre los creyentes y los no creyentes, y entre los sacerdotes y los laicos dentro de la Iglesia. Dado que todos los hombres fueron creados a imagen de Dios, era todo lo necesario para ser ganado por la Iglesia. El objetivo es una humanidad unificada en una Iglesia que lo abarca todo dirigido por los sacerdotes. La expresión más clara de esto viene en la declaración del Papa Pío XI el 29 de julio 1938: "Uno se olvida hoy que la raza humana es una sola, grande y católica raza."

Esta doctrina religiosa no provino de la religión nativa de una raza o de un pueblo racialmente puros. Se desarrolló en el Oriente durante un período de caos racial de las más variadas culturas y encontró su forma definitiva bajo la influencia bizantina.[4]
A su vez, las Juventudes Hitlerianas editaban folletos en los que el cristianismo era colocado, junto al judaísmo, la prensa, la francmasonería, el bolchevismo, como enemigo internacional del pueblo alemán:

Incluso hoy en día, el pensamiento racial del Nacional Socialismo tiene adversarios implacables. La masonería, el marxismo y las iglesias cristianas hacen causa común en este asunto. (...)
La iglesia cristiana, sobre todo, la Iglesia Católica Romana, rechaza el pensamiento racial afirmando que "todos los hombres son iguales ante Dios." Todos los que son de la fe cristiana, ya sean judíos, negros de la selva, o blancos, son mejores y más valiosos para ella que un alemán que no es cristiano. La fe salvadora es el único vínculo. (...)
¿Por qué nos encontramos con la tontería de la "igualdad humana" en la masonería, el marxismo y la Iglesia cristiana? Los tres están luchando por el poder mundial en un grado u otro. Por lo tanto, son internacionales. Ellos nunca podrán aceptar lazos raciales, étnicos o nacionales entre las personas, sin renunciar a sus propios objetivos.[5]

Celebración de Beltane (1 de mayo) por parte de las Juventudes Hitlerianas y la SS.

Fotografía de la primera celebración de la cosecha (Erntedankfest) en el Tercer Reich, en septiembre de 1933. Las doncellas cargan símbolos solares alrededor del carro de Freya (o bien Frigg), diosa de la fertilidad.

Mujeres nacionalsocialistas en una celebración pagana.
Fue, ciertamente, la primera interrogación en la historia sobre la idoneidad de la filosofía judeocristiana en su conjunto. No obstante, los planteamientos quedaban muy matizados en diferentes aspectos. Se testimoniaba una relativa simpatía por el protestantismo, únicamente en la medida en que éste significó una revuelta contra el espíritu papista romano, pero se le rechazaba por su carácter bíblico dogmático. En 1937, Himmler escribió una carta a todos los jefes de instrucción prohibiéndoles atacar a la persona de Cristo, estimando sin duda que tal actitud habría podido chocar con las convicciones de la mayoría de los SS aún apegados a la vieja religión y que un estudio de las costumbres hecho en un sentido positivo podría resultar más persuasivo.[3] Sin embargo, uno de los comandantes SS más radicales en este aspecto fue sin duda Theodor Eicke, jefe de la Totenkopfverbände, que inició una agresiva campaña anticristiana, durante la cual muchos SS que se aferraban al cristianismo fueron expulsados del cuerpo.

La desaparición progresiva del cristianismo debía, pues, hacerse a beneficio de un retomo al espíritu fundador de Europa que había animado la religión pagana de los antepasados. La SS proponía redescubrir el principio de una actitud religiosa propiamente aria ante la vida y el mundo, ahogada y disfrazada bajo afeites cristianos, pero siempre presente, especialmente en el mundo campesino. Se devolvía a la religión su sentido primordial volviendo a colocarla en el marco natural visible, reflejo del orden superior invisible. El hombre tomaba consciencia del hecho de que no era más que un elemento del orden natural, sometido a su ley como cada ser vivo. No podía, pues, realizarse plenamente más que en este mundo, llevando una vida que desarrollara y mantuviera las cualidades del cuerpo, del carácter y del espíritu. Despreciar el aspecto físico y material, igual que el mundo viviente en general, equivalía a despreciar el modo de expresión sensible de lo divino. Por su respeto de las diferencias y su oposición a la mezcla uniformadora, el hombre seguía los grandes mandatos de la naturaleza soberana. Esta piedad profundamente fiel al mundo de las leyes naturales eternas, se alejaba tanto del ateísmo considerado como un producto de la decadencia como de las anticuadas prácticas del cristianismo.

Un bautizo de acuerdo a los rituales paganos de la SS.
El cristianismo fue considerado, además, como el precursor del bolchevismo, y a ambos como revueltas contra la Naturaleza misma, siendo ambos creaciones judías. Martin Bormann recordaba a Hitler diciendo: "El cristianismo es una religión en contra de la ley natural, una protesta contra la naturaleza. Llevado a su extremo lógico, el cristianismo significaría el cultivo sistemático del fracaso humano (...) El cristianismo puro, -el cristianismo de las catacumbas- se ocupa de traducir la doctrina cristiana en un hecho. Simplemente conduce a la aniquilación de la humanidad. Simplemente es todo el corazón del bolchevismo bajo un oropel de metafísica".

Por esta fidelidad a las leyes naturales, la SS vino a adoptar una actitud que en la actualidad se calificaría de «ecologista», preconizando el retomo a una vida campesina sana, la utilización de productos naturales y el respeto de la naturaleza. De hecho, el Ministro de Agricultura Richard Walter Darré, gran proponente de la famosa doctrina nacionalsocialista de Sangre y Suelo y el verdadero padre del "Movimiento Verde" de la Ecología nacionalsocialista, fue uno de los más ávidos anticristianos del régimen. Exhibiciones agrícolas tenían temas de las antiguas revueltas campesinas contra la Iglesia y fueron producidos calendarios campesinos que sustituían los festivales cristianos con los originales paganos germánicos. Este concepto de la vida ofrecía un sorprendente contraste con la tradición cristiana, hostil a toda expresión natural y predicando el temor de Dios. La vanidad del hombre bíblico, creyéndose superior a la naturaleza, no puede más que desencadenar las peores catástrofes, tales como las que se perfilan en el horizonte del tercer milenio (desaparición de numerosas especies animales, destrucción de los bosques, polución, destrucción de la capa de ozono, etc.)[3]

La SS evitó siempre criticar las opiniones religiosas de los individuos, por considerarlas un asunto estrictamente personal. Atacaba ante todo la filosofía y las instituciones eclesiásticas en el contexto del estudio de la concepción nacionalsocialista del mundo, lo que puede parecer paradójico. El sentido de lo sagrado y de la piedad que reside en cada individuo, cristiano o no, conservaba un valor absoluto. La libertad de creencias era respetada. En las hojas de reclutamiento, se preguntaba si el candidato era «católico, protestante o "creyente" (gottglaubig), es decir, «pagano». La revolución religiosa se llevaba a cabo progresivamente, con objeto de adquirir una fuerza decisiva. Se trataba de hacer derivar a los cristianos hacia la óptica pagana bajo el efecto de la impresión ejercida por el fasto y la profundidad de las ceremonias religiosas, por el estudio y la valoración de un universo espiritual original y verdaderamente ario. Tan sólo la aceptación voluntaria confería al saneamiento del sentido religioso toda su eficacia, y no la coacción. Esta religión «nueva» y, sin embargo, inmemorial, conllevaba sus propios ritos y ceremoniales. También al Schulungsamt le correspondía la tarea de devolver su sentido original pagano a las fiestas y ceremonias relativas a los acontecimientos más importantes de la vida del hombre, como el bautismo (definido como entrega del nombre) el noviazgo, el matrimonio, los funerales, etc.

La SS resucitó antiguos símbolos paganos. Aquí, el célebre candelabro de Jul o Yule, que era ofrecido a cada nueva pareja SS durante el solsticio de invierno.
Se buscaba la restauración de la identidad y el carácter nacional, el reencuentro con los orígenes propios, promoviéndose la gradual desaparición de nombres judeocristianos como Johann, Hans, Joseph, Elisabeth, Anna, Eva, Michael, etc. considerados extranjeros, y su sustitución por nombres como Siegfried, Baldur, Harald, Fritz, Heinz, Karl, Astrid, Gertrud, Irmgard, etc. procedentes del pasado pagano germánico. El nombre debía expresar la etnia a la que se pertenecía, por lo que se consideraba importante informarse sobre el significado del nombre antes de imponerlo al hijo.

Los jefes de instrucción eran los únicos habilitados para concebir el espíritu y la forma de las fiestas, con excepción de las aplicaciones prácticas que dependían únicamente de los jefes de unidad. La SS se prohibía a sí misma crear un nuevo clero dogmático concediendo prerrogativas a los jefes de instrucción. Los jefes de unidades practicaban ciertas ceremonias sólo en el caso de que sus hombres estuvieran directamente implicados, excluyendo así el riesgo de una transmisión sectaria de un poder religioso. Sólo se mantenía el marco religioso en el cual la sensibilidad personal de cada individuo se expresaba libremente.[3]

Las fiestas estaban concebidas con la intención de restituir al hombre sus lazos privilegiados con la naturaleza en tanto que expresión de la creación divina. Se trataba igualmente de extirpar la reorientación judeocristiana impuesta a las fiestas tradicionales, como la fiesta de Jul o Yule (Navidad), la fiesta de Ostara (Pascuas), el Solsticio de Verano, Litha o Midsummer (Fiesta de San Juan). En esto, el mundo campesino ofrecía el aspecto perfecto de una sociedad que había sabido preservar el sentido de sus antiguas tradiciones por su apego y su fidelidad a la naturaleza. La palabra «pagano» procede de paganus, campesino, en referencia las poblaciones campesinas que no fueron convertidas. Así, el hombre volvía a sentirse el eslabón indispensable y responsable de la larga cadena del clan, transmitiendo la vida así como las tradiciones de una manera inmutable. El orgullo de los cuerpos y los rostros con ojos centelleantes vueltos hacia el Sol atestiguan la alegría de la creación que Dios ha dado al hombre, que le da las gracias mediante las fiestas.[3]

Esta revolución espiritual se inscribía igualmente en el contexto de la historia en un sentido germánico. Los alemanes descubrían verdaderamente una parte de una historia que hasta entonces, había estado sumergida en la ignorancia o el desprecio, la de sus antepasados germánicos. El Siglo de las Luces había tomado como modelo la civilización griega, buscando en ella las raíces estéticas y filosóficas. Alemania fue particularmente afectada por este fenómeno e incluso algunos han querido ver en el nacionalsocialismo su heredero. La plástica de las estatuas y de la arquitectura neoclásica alemana, podían traicionar esta afiliación. Sin embargo, una tendencia paralela ya antigua (el romanticismo alemán) iba a imponerse más y más: el retorno a la germanidad. Dejando a Grecia lo que le era propio, la filosofía de los «germanistas», propugnada sobre todo por la SS, se esforzaba en hacer resurgir del olvido y del menosprecio la cultura de los ancestros directos de Alemania, demostrando así que la moral, la poesía y el arte germánicos no tenían nada que envidiar a los demás. El trabajo llevado a cabo por otros investigadores como los hermanos Grimm o Gustav Kosinna fue continuado a mayor escala. La finalidad de un tal interés histórico, aparte el restablecimiento de la verdad, visaba también a procurar una legitimidad a la Orden SS, que tomaba referencias en la enseñanza de las grandes figuras históricas guerreras, políticas o artísticas. Federico I Barbarroja, Federico II de Prusia, Alberto Durero, Friedrich Nietzsche, Richard Wagner, Otto von Bismarck o Rene Quinton atestiguaban todos la permanencia de una cierta actitud propia de la raza aria. Algunas ideas en las que se inspiró la SS fueron, por ejemplo, la idea carolingia de Imperio, la creación de valores en un sentido nietzscheano, la espiritualidad wagneriana, la virtud militar prusiana y la mística caballeresca medieval.[3]

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