lunes, 20 de agosto de 2018

Es la desintegración de la conciencia terrena a través de la fracturación del falso yo separatorio, la que permite que más tarde la mente pensante sea reunificada en la luz celestial o conciencia cristíca. Allí la Presencia de la divinidad no es representada como una imagen más allá de los cielos visibles, sino como la semejanza del Padre siendo en los hombres a través de los pensamientos elevados en sabiduría y poder.
Alcanzar tal entendimiento o conocimiento del rostro del Padre, es la vida que su propio Espíritu desea ser en los hombres.
La experiencia terrena sólo es la purificación de las impresiones sensoriales que no permitían integrarse en el pensamiento de que su omnipresencia, es todo cuanto existe dando forma a la realidad a través de su Espíritu omnisciente y omnipotente.
Ningún hombre vive separado del Padre... Sino que aún no ha explorado su conciencia mediante los ojos del Espíritu que cuando inmaduros, sondean en el inconsciente o la"oscuridad", anhelando elevarse a la última conciencia donde habita la luz antes inaccessible del Yo Soy.
Shalom

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